POLITICA
¿Quién dice que el terrorismo no puede hacer parte de las políticas de un estado?
La descripción de este concepto como tal no exime la institucionalidad, más aun, las características de los conflictos contemporáneos: vaguedad en las fronteras tanto geográficas como de otras índoles, espacios reducidos, superposición constante de ideas y metodologías, escalamiento sin límites (las guerras actuales se caracterizan por no existir, al menos mediáticamente), apropiación del espacio de lo real por parte de los medios; entre otros. Componen un espacio en donde, siendo esta una concepción básica, el Estado sobrevive en parte gracias a dosis de terror sobre la población.
El terrorismo como tal es solo una palabra nueva, que configura una nueva forma de concepción de lo real, en cuanto a prácticas que ocurren desde milenios atrás. La práctica del terror por parte de grupos (legales o no) se convierte entonces en un concepto con valides normativa, jurídica; dibuja una línea que como todas parte de un punto de fuga subjetivo, más aun, es una línea occidental.
Mientras el mundo se sienta a ver por la caja mágica las imágenes desgarradoras, esa sensación de tiempo y espacios inmediatos que el cerebro resuelve en forma de ficción, de una guerra que ha sido delineada como un conflicto en contra del terror; aviones, soldados y carros blindados se dirigen a distintas ciudades de la franja de Gaza con el objetivo de “debilitar las estructuras de los grupos terroristas que allí se alojan”.

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